martes, julio 20, 2010

Fragmento

24:17 , el reloj atormenta su cerebro... ¿cuanto falta para que llegue la mañana?

Solo quiere sentir el sol en su piel por una vez, mira por esa ventana en la que suele liberar sus pensamientos, sabe cuanto pesa una idea, sabe como se siente la palabra hecha aire, sin embargo no sabe que no vale nada.

El reloj avanza, la mente sostiene, tantas veces quiso ver como era su rostro, sin luz no se ve nada, y el oído se abre al mundo que clama por ayuda... silencio... olvida el ruido... silencio...

Cura el alma un segundo, el siguiente se rompe buscando, gota tras gota la sangre acerca el sol a ese día.

Un ojo a punto, el otro ya se muestra, después de un hondo respiro abren camino, interrumpido por aquel pensamiento volátil, que desata la angustia viva, notando que no hay retorno.

¿Por qué no pudo atender una palabra concisa?

Cuando estuvo dormido, su boca derramó las horas, de su mano se despojaba el frío y la tierra dialogaba quieta con las palmas de sus pies... en ese momento, fragmento roto de historia, perdió su reflejo sin notarlo.

Desde entonces permanece, encerrado esperando que la luz muda cruce el límite y pueda finalmente bajar esa idea a tierra.

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